29 de noviembre de 2009

PRIMERO

Llegué como media hora antes de lo que habíamos pactado. Ella, antes todavía.
Media hora, o mucho tiempo más, se nos fue en conversaciones prórroga de aquellas que habíamos venido teniendo desde hacía tiempo.

Y realmente, cumplimos los plazos.

Era verano, el cielo brillaba de azul, el polvo del suelo brillaba dorado, y nuestra parada de bus brillaba de verde.

La moto resplandecía roja, ni lejos ni cerca, recordándome que no podría estar allí para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario