28 de julio de 2011

MUEVAN EL COCHE, O MATEN AL VIEJO

Dos dramas infinitos coinciden en el espacio. Hace todo un desarrollimso que no hay tiempo en el que encontrarse.

Una romería rural, una finca transformada en párking, con solamente una entrada, en la que los jóvenes de la aldea te cobran dos euros, te ponen una pegatina, y dejan que aparques tu Ford Escort de principios de los 90.

En esa entrada, de unos seis metros de ancho, conviven dos caras coplanarias de la misma tragedia: un Mercedes viejo, aparcado, o muerto a lo largo de la entrada. A un metro, un anciano, de pie, con la mirada perdida, congelado.

Y alrededor, el entierro.

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